'La Justicia no tiene Madre'
Cientos de madres marcharon el 10 de mayo del Monumento a la Revolución al Ángel de la Independencia en la Ciudad de México “porque no hay nada que celebrar”
Viernes 11 de Mayo del 2011.
Bajo el sol mañanero, con las frentes sudadas, protegidas por sombreros de paja y gorras, cargando sendas pancartas, caminaba un grupo de mujeres de rostros sombríos y enojados por la avenida de Paseo de la Reforma. Eran cientos de mamás, hijas, esposas, tías, hermanas, amigas de alguien, de muchos que no están vivos, ni están muertos. Están desaparecidos.“En 10 de Mayo, no hay festejo, porque sin hijo no hay madre”, gritó María Guadalupe, madre de Luis Arana Aguilar, desaparecido el 17 de enero del 2011, mientras sostenía una manta que leía “Dónde está mi hijo, los delincuentes no tienen madre” y “La Justicia no tiene madre”.Llegaron de Coahuila, Chihuahua, Guanajuato, Querétaro.Eran más de 200 madres organizadas en redes de derechos humanos, que aterrizaron en esta metropolis para exigirle al gobierno del presidente Felipe Calderón la búsqueda “inmediata” de los desaparecidos, la conformación de una base de datos y la atención de la PGR para cada caso, además de la creación de una fiscalía especial.“No somos nosotras las madres las que hablamos este día, es nuestro corazón destrozado y ensangrentado”, dice con lágrimas en los ojos Araceli Rodríguez, madre de Luis Angel, un policía federal de los 10 mil desaparecidos en lo que va del sexenio de Calderón.“El dolor lo convertimos en fortaleza, porque no nos queda otro remedio”. “¡Vivos se fueron, vivos los queremos!”, eran los lamentos que se escuchaban.Decenas de pancartas con imágenes, nombres, edades y lugares remitían al movimiento de la activista Rosario Ibarra, fundadora del Comité Eureka, líder moral de las madres de familiares desaparecidos en los años 60s y 70s del siglo pasado.Pero las que marcharon el 10 de mayo del Monumento a la Revolución al Angel de la Independencia en la Ciudad de México, lo hicieron “porque no hay nada que celebrar”.Dijeron que se reunirían más tarde con organizaciones de derechos humanos y con la procuradora Marisela Morales.La movilización de la llamada Marcha de la Dignidad Nacional, “Madres buscando a sus hijos e hijas y buscando justicia”, fue convocada por varias organizaciones, entre ellas Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (Fundem), creada en 2009 y compuesta por familias con desaparecidos en 15 estados del país, con más de 300 casos.La pregunta queda: ¿las recibirá Calderón, a punto de terminar su sexenio y preocupado por el mal sabor que deja su gobierno tras una guerra que la mayoría asegura fallida. ¿Les hará caso Marisela Morales? Ya tienen años.
Bajo el sol mañanero, con las frentes sudadas, protegidas por sombreros de paja y gorras, cargando sendas pancartas, caminaba un grupo de mujeres de rostros sombríos y enojados por la avenida de Paseo de la Reforma. Eran cientos de mamás, hijas, esposas, tías, hermanas, amigas de alguien, de muchos que no están vivos, ni están muertos. Están desaparecidos.
“En 10 de Mayo, no hay festejo, porque sin hijo no hay madre”, gritó María Guadalupe, madre de Luis Arana Aguilar, desaparecido el 17 de enero del 2011, mientras sostenía una manta que leía “Dónde está mi hijo, los delincuentes no tienen madre” y “La Justicia no tiene madre”.
Llegaron de Coahuila, Chihuahua, Guanajuato, Querétaro.
Eran más de 200 madres organizadas en redes de derechos humanos, que aterrizaron en esta metropolis para exigirle al gobierno del presidente Felipe Calderón la búsqueda “inmediata” de los desaparecidos, la conformación de una base de datos y la atención de la PGR para cada caso, además de la creación de una fiscalía especial.
“No somos nosotras las madres las que hablamos este día, es nuestro corazón destrozado y ensangrentado”, dice con lágrimas en los ojos Araceli Rodríguez, madre de Luis Angel, un policía federal de los 10 mil desaparecidos en lo que va del sexenio de Calderón.
“El dolor lo convertimos en fortaleza, porque no nos queda otro remedio”. “¡Vivos se fueron, vivos los queremos!”, eran los lamentos que se escuchaban.
Decenas de pancartas con imágenes, nombres, edades y lugares remitían al movimiento de la activista Rosario Ibarra, fundadora del Comité Eureka, líder moral de las madres de familiares desaparecidos en los años 60s y 70s del siglo pasado.
Pero las que marcharon el 10 de mayo del Monumento a la Revolución al Angel de la Independencia en la Ciudad de México, lo hicieron “porque no hay nada que celebrar”.
Dijeron que se reunirían más tarde con organizaciones de derechos humanos y con la procuradora Marisela Morales.
La movilización de la llamada Marcha de la Dignidad Nacional, “Madres buscando a sus hijos e hijas y buscando justicia”, fue convocada por varias organizaciones, entre ellas Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (Fundem), creada en 2009 y compuesta por familias con desaparecidos en 15 estados del país, con más de 300 casos.
La pregunta queda: ¿las recibirá Calderón, a punto de terminar su sexenio y preocupado por el mal sabor que deja su gobierno tras una guerra que la mayoría asegura fallida. ¿Les hará caso Marisela Morales? Ya tienen años.