23/11/11

RIM. AMLO, Fuente inagotable de Disparates Economicos.


Más disparates económicos

Las medidas que propone Andrés Manuel López Obrador nunca van a beneficiar a los más pobres del país, como quiere hacernos creer con su discurso. Pero ese canto embelesa a sus seguidores, quienes esperan vivir siempre de las dádivas gubernamentales.
Por Salvador Kalifa15/11/2011 - 

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es una fuente inagotable de disparates económicos. En su interpretación de los postulados neoliberales, que califica como una “retacería de enunciados sin fundamento teórico ni científico”, cuando es su crítica la que carece de ello, nos da otra muestra de su paranoia.
Él afirma que “los barones del dinero, con la colaboración de los organismos financieros internacionales, lograron implantar la agenda de las llamadas ‘reformas estructurales’, modificaron los marcos legales y sometieron en lo esencial a la mayoría de los gobiernos del mundo”.

Andres Manuel López Obrador

Estas expresiones muestran el extremo de la paranoia de AMLO, que hoy ve conspiraciones internacionales y maquiavélicas donde unos cuantos “barones del dinero” sometieron a la “mayoría de los gobiernos del mundo”.
Por favor. No se requiere mucho para darse cuenta de que su discurso es una pléyade de tonterías, que luego acompaña de promesas mesiánicas en la tradición más ortodoxa de los demagogos que siempre acaban sumiendo a sus países en el abismo de la crisis.
AMLO afirma que ha cambiado, pero en realidad sigue siendo el mismo. Es un gatopardo. Otra muestra de ello es que continúa abrigando las ideas socializantes que postulaba hace un lustro en materia energética.
No critica el monopolio estatal en la generación de energía eléctrica y la producción de petróleo. Por el contrario, considera que esta condición es un símbolo inequívoco de nuestra soberanía y desea evitar, por todos los medios, la participación de cualquier tipo de capital privado en esas actividades.
Una curiosa actitud, considerando que recientemente se pronunció contra los monopolios. Pero, en su mundo imaginario, los monopolios sólo son malos cuando están en manos privadas. Nunca en manos públicas.
Es evidente, por tanto, que desconoce las tristes experiencias de la gran mayoría de los monopolios públicos, en particular en las naciones socialistas. Durante décadas, Rusia y China tuvieron un desempeño económico nefasto porque los medios de producción estaban en manos del Estado. Finalmente, acabaron por aceptar la supremacía del mercado.
Pero AMLO no lo percibe así. Por ejemplo, en lo que toca a la generación de energía eléctrica, ve mal que la participación privada haya ido en aumento desde 1992 y que dicha tendencia se haya acentuado a partir del año 2000.
Esta diversificación, que en cualquier otro país sería vista con buenos ojos, es criticada severamente por AMLO, quien considera lamentable que la CFE haya “venido perdiendo rápidamente amplios nichos de mercado debido a la participación creciente de productores privados…”.
Por eso no extraña que en su plataforma electoral de hace cinco años planteara “devolver al autoabastecimiento y a la cogeneración de energía eléctrica su carácter original y terminar con la figura de productor externo o independiente”.
La estrategia de AMLO en lo que toca a los precios de los energéticos es un regreso a prácticas anacrónicas para la asignación eficiente de recursos. Esos precios no los determinará el mercado, ni su costo de oportunidad, ni una referencia internacional, sino un conjunto de burócratas omniscientes.  
Ellos definirán un “sistema de precios de los hidrocarburos y sus derivados… con base en los costos reales de producción.” El mismo criterio imperará en las tarifas eléctricas, que se revisarán “dentro del marco de un sistema nacional de precios justos y competitivos”.  
El manejo de los precios y tarifas desde los escritorios de la burocracia siempre tiene resultados negativos en la asignación eficiente de los recursos, y más cuando incluye la promesa de AMLO de reducir, por decreto, los precios del gas, la gasolina y la electricidad.  
Esto me lleva a una reflexión adicional sobre esas medidas, que en la práctica no beneficiarían a los pobres del país, como quiere hacernos creer López Obrador en su discurso.
Los pobres, los que viven en extrema miseria, como bien lo sabe AMLO, no tienen automóvil, y en muchos casos, ni siquiera tienen acceso a la red eléctrica del país. La disminución del precio de la gasolina y de la electricidad apela, en realidad, a otra clientela electoral.
Ese canto embelesa a sus seguidores, quienes esperan vivir siempre de la dádiva gubernamental. Y lo mismo han hecho muchos países creyendo las historias de que los gobiernos pueden otorgar todo tipo de “derechos” y beneficios sin preocuparse de cómo financiarlos.
Los gobiernos de las naciones europeas son ejemplo de ello. La expresión más elocuente del reparto excesivo y desordenado de “derechos” sociales está en Grecia, que desde hace un par de años se encuentra en la insolvencia.
Quienes simpatizan con las ideas socializantes de AMLO bien harían en recordar las sabias palabras de Winston Churchill: “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de los ignorantes, el evangelio de la envidia, y su virtud inherente es el reparto igualitario de la miseria”.