13/3/12

RIM. The four seasons, 3 candidates, one vicepresident.


En el Territorio 52 en México, de la Union Americana  The four seasons como Sede Diplomatica, los 3 Precandidatos, del PAN, PRI y PRD van al llamado de una Autoridad que no es Mexicana.

Four Seasons, three candidates, one vicepresident

Four Seasons, three candidates, one vicepresident
  Por Ramón Alberto Garza 08/03/2012 -
 
 
Imagine a Alejandro Poiré en visita oficial a Washington para sostener un encuentro con el presidente Barack Obama.

Imagine que el secretario de Gobernación mexicano quiere aprovechar la vuelta y cita en su suite del Four Seasons de la capital estadounidense a los candidatos presidenciales de Estados Unidos.

Y que en estricto orden alfabético, se le presenten en el hotel –ellos van a él, no es él quien los visita– el candidato demócrata Barack Obama y el candidato republicano Mitt Romney.

¿Impensable? ¿En calidad de qué tendrían que someterse los candidatos estadounidenses a una pasarela o a un examen con el segundo hombre de poder en México como su sinodal?
Pues eso es exactamente lo que sucedió el pasado lunes 5 de marzo, cuando el vicepresidente de Estados Unidos visitó México.

En la agenda se oficializaron tres actividades del segundo en comando de Barack Obama. Una visita a Los Pinos para entrevistarse con el presidente Felipe Calderón. El encuentro con los candidatos a la elección presidencial del primero de julio. Una visita a la Basílica de Guadalupe.

El protocolario mensaje de Joe Biden en Los Pinos se centró en que Estados Unidos apoya decididamente la lucha del gobierno mexicano contra el crimen organizado.

Pero la letra chiquita del encuentro advertía –y ése era el mensaje de fondo– que la propuesta de legalizar las drogas era una mala idea. Que el debate podía existir, pero que bajo la administración Obama-Biden, no existía posibilidad alguna de apoyarla.

El protocolario mensaje del encuentro con los candidatos fue que el gobierno de Estados Unidos no tiene preferencia por ningún partido o candidato. Que trabajará con quien sea que gane la elección presidencial. Y que el trasfondo de las entrevistas no era otro que pulsar la decisión de cada uno de los candidatos sobre su voluntad de continuar el combate contra el crimen organizado.

El protocolario mensaje de la visita a la Basílica de Guadalupe es que, viniendo de una familia católica, Joe Biden es un creyente que venera a la Virgen Morena. Más aún, él mismo lo dijo, su madre era una ferviente devota de la Madre del Tepeyac.

ALGUNOS ‘PECADOS’ Y UN ‘MILAGRO’

Un análisis más preciso del fondo y, sobre todo, de las formas, obliga a una lectura distinta de lo que dictaron los protocolos oficiales en esta gira.

Está claro que de los tres actos oficiales, la reunión con los tres candidatos fue la que acaparó los reflectores. Y fue, de hecho, el epicentro de la visita del vicepresidente estadounidense.

El cable divulgado por la agencia Associated Press y reproducido en todos los medios de Estados Unidos dice, con todas sus letras, que el propósito principal del viaje de Biden a México fue reunirse con los candidatos a la Presidencia 2012.

Lo suscribimos, y si así es, existen serias deficiencias de fondo y forma que obligan a pensar, e incluso a especular, sobre cuál fue el verdadero motivo de esos tres encuentros, más allá de conocer a los candidatos e intercambiar puntos de vista sobre el futuro de las relaciones entre México y Estados Unidos.

Primero, porque, de fondo, fue un mal planteamiento decir que el encuentro era con los candidatos. Oficialmente, ninguno de los tres –ni Peña Nieto, ni Josefina, ni López Obrador– está registrado, todavía hoy son precandidatos.

Aunque es poco probable, pero no imposible, todavía podrían darse cambios a la hora del registro final, y la lista cambiaría. ¿Habría que pactar otro encuentro con los ya oficiales y definitivos? ¿Cuál era la urgencia de hacerlo ahora, en este viaje, y no esperar a fin de mes, cuando ya estuvieran oficialmente registrados?

Para algunos analistas norteamericanos, Joe Biden tenía urgencia de reunirse con los precandidatos porque, entre otros asuntos, traía un mensaje de la administración de Obama.

Y ese mensaje no era otro que en las próximas semanas, antesalas todas de la elección presidencial mexicana, se darán serios golpes al involucramiento de personalidades políticas de uno u otro partido. Y Biden buscaba dejar en claro que no se trataría de golpes políticos dirigidos a favorecer a uno u otro partido.

En pocas palabras, el vicepresidente Joe Biden les quería dejar en claro que la justicia para perseguir criminales y políticos cómplices no puede congelarse hasta julio. Pero que, en el fondo, no es nada personal ni partidista. Que no se politicen las cosas.

En ese marco, la misma nota de Associated Press destaca que el partido de Enrique Peña Nieto es acusado por los aliados de Felipe Calderón de mantener nexos con narcotraficantes y que, de regresar al poder, el PRI buscaría una tregua en su lucha contra los cárteles.

El cable de la agencia informativa establece que el candidato presidencial del PRI aclara que el cuestionamiento no es si se debe pelear contra los cárteles, sino qué se puede hacer para lograr mejores resultados.

El debate sobre el PRI y sus presuntos vínculos con los cárteles se avivó en semanas recientes con las investigaciones de tres ex gobernadores de Tamaulipas.

Los priistas Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández fueron sometidos a una alerta migratoria en medio de presuntas indagatorias de la PGR sobre supuestos vínculos de sus administraciones con los cárteles del Golfo y Los Zetas.

El hecho despertó un fuerte debate entre congresistas estadounidenses de filiación republicana que llegaron a declarar que, de los tres principales candidatos a la Presidencia de México, está claro que uno de ellos modificaría sustantivamente el enfoque de la lucha contra el crimen organizado. Nunca especificaron quién, pero la lectura de los analistas apuntaba hacia el PRI.

Para esos analistas, la presencia de Biden en México, y sus reuniones con los tres precandidatos, es un refrendo de que la administración de Obama no comparte del todo la visión de los congresistas republicanos.

Sin embargo, al hecho de que se reuniera con precandidatos –todavía no oficializados como candidatos–, se sumaron otros desaciertos de fondo.

El primero es que, si se trataba de ser parejos, la lista de encuentros debió incluir a Gabriel Quadri. ¿O es que el gobierno estadounidense ya votó para descalificar al precandidato del Panal? ¿En el próximo encuentro se verá sólo con los dos punteros y dejará fuera al tercero?

Un desacierto más fue convertir el hotel Four Seasons en una sede diplomática o en el territorio 52 de la Unión Americana, pues fue ahí a donde acudieron los candidatos o precandidatos seleccionados.

Ellos van al llamado de una autoridad que no es mexicana, que no es electoral y ante la que no pueden negarse a comparecer so pena de aparecer como niños rebeldes que algo esconden.

Si el interés del vicepresidente de Estados Unidos era sostener un respetuoso encuentro con cada uno, y la urgencia era ahora, ¿por qué no acudir a las sedes de sus comités de campaña o a las sedes de sus partidos?

Y si no existía la urgencia, ¿por qué no aguardar tres o cuatro semanas para que fueran formalizados como candidatos y esperar sus casi obligadas visitas a Estados Unidos?

Y que en el marco de los encuentros con las comunidades hispanas, esos candidatos visitaran al vicepresidente en sus oficinas de Washington para intercambiar los mismos puntos de vista. El no poder esperar, ¿confirma la urgencia?

Por ahora, la imagen que se proyectó fue la del maestro estadounidense que vino a poner un examen de admisión a tres de los cuatro candidatos o precandidatos. Y que el reporte de calificaciones se conocerá en la Casa Blanca. ¿Podríamos aplicar la misma receta de aquí para allá? ¿O es que los patos no le pueden tirar a las escopetas?

Y contra lo que pudiera creerse, el segundo mensaje trascendente de la visita de Joe Biden a México no fue el encuentro en Los Pinos con el presidente Felipe Calderón.

Más allá de conminar al mandatario mexicano a no sumarse a la insistencia de otros presidentes latinoamericanos para legalizar las drogas, el protocolo entre Calderón y Biden se operó “by the book”.

El segundo mensaje en importancia fue la peregrinación que el vicepresidente de Estados Unidos hizo a la Basílica de Guadalupe, un acto que al margen de la muy legítima fe que Biden profesa, se convirtió en un acto de campaña de la elección presidencial estadounidense.

Con un contendiente que es fiel al credo mormón, como lo es el republicano Mitt Romney, el mensaje de la fórmula Obama protestante y Biden católico, para un pueblo norteamericano mayoritariamente cristiano, es definitivo.

Y, sin duda, esa imagen de Joe Biden frente a la imagen de la Virgen de Guadalupe y su declaración de que ese acto de fe valió todo el viaje a México, hará milagros entre el electorado hispano. Prendan sus veladoras.