Denise Dresser, Lorenzo Meyer y Sergio Aguayo analizan lo que viene tras la consumación de la reforma energética, que implica la apertura del sector para que participen las empresas privadas, en las tareas que sólo hacían Pemex y CFE.
La consumación de la reforma energética se da en un contexto de mala gobernabilidad, en el que la apuesta es seguir perpetrando un capitalismo de cuates; la apertura a las empresas privadas se hace con baja aprobación social, incluso dentro de los partidos, señalaron Denise Dresser, Lorenzo Meyer y Sergio Aguayo.
En la Mesa Política de MVS, la politóloga refirió su columna “Todo en venta”, de este lunes en el diario Reforma, en el que señala a un grupo “cada vez más grande de aquellos que se venden a la Presidencia para aprobar las reformas estructurales”.
En la Mesa Política de MVS, la politóloga refirió su columna “Todo en venta”, de este lunes en el diario Reforma, en el que señala a un grupo “cada vez más grande de aquellos que se venden a la Presidencia para aprobar las reformas estructurales”.
Expuso que los recursos que generarán esta reforma, servirán para asegurar la permanencia del PRI más allá de este sexenio.
Indicó que este cambio constitucional ocurre en medio de una alta corrupción, mucha inseguridad, un estado de derecho precario, frente a la rapacidad de empresas petroleras, con intereses que ven en la reforma energética otro botín que repartirse.
Mencionó que la reforma tiene elementos muy peligrosos, como una regulación y mecanismos de control insuficientes, por lo que se da “en bandeja de plata para atraer inversión a como dé lugar”.
“Es una reforma que pone en juego completamente la narrativa de Mover a México. Porque hasta el momento hemos visto un movimiento muy pequeño, muy marginal, no lo esperado, no lo prometido, las cifras simplemente no dan. El hecho de que la Secretaría de Hacienda ha tenido que revisar a la baja ya varias veces sus perspectivas de crecimiento, yo creo que eso es lo que más le importa a Los Pinos en estos momentos, porque eso está causando la insatisfacción social.
La disonancia entre lo prometido y lo que está ocurriendo en realidad en términos de crecimiento económico”, dijo.
“Si vemos las encuestas, la popularidad de Enrique Peña Nieto va a la baja, la insatisfacción con la Presidencia es muy alta. Hay un sentimiento de desazón, de expectativas incumplidas. Y para el gobierno la reforma energética es la gran apuesta, aquella a la que le han colocado toda la carne del asador. Esperan que desate el crecimiento económico, promueva la inversión extranjera, coloque a México en el rubro de las economías emergentes que sacan a millones de la pobreza, hasta el momento eso no se ha materializado”, agregó Dresser.
Comparó las portadas de la revista TIME hace unos meses y recientemente la de Forbes; primero “salvando a México” y después, oscuro, de perfil y se pregunta si se le está acabando el tiempo. “Estamos dejando atrás las portadas triunfalistas, los artículos apoteóticos, los aplausos sin fin. Para mí el sueño se está terminando y la única forma de recuperarlo es a través de esta reforma energética, que el gobierno espera tenga resultados o quiere que tenga resultados muy rápidos”, apuntó.
Respecto a los bonos o subvenciones otorgadas a los diputados, los calificó como sobornos.
A su vez, Lorenzo Meyer mencionó que se cierra un ciclo histórico, que comenzó hace 76 años, con la expropiación petrolera que realizó Lázaro Cárdenas.
“Hace 76 años el presidente representaba la dignidad mexicana y abría de manera clara un proyecto nacional que tuvo una respuesta social positiva: la campaña para conseguir dinero para pagarles a las empresas”, recordó el historiador.
Ahora, mencionó, ni siquiera la mayoría de los priistas apoyan la apertura del sector, según una encuesta del diario Reforma.
Ante ello, preguntó a quiénes representan quienes impulsaron la reforma energética.
Meyer cuestionó también porqué con la misma energía no se enfrentó a la corrupción, pues “todo el ambiente está cargado” de ello.
En tanto, Sergio Aguayo comentó que la mayoría de la nación no respalda estos cambios.
“Es un rechazo por motivos de los más diversos, por la corrupción que brota por doquier, por la pésima fama de las petroleras, yo creo que aquí vamos a ver el choque de dos fuerzas que nos remiten a la historia de la construcción democrática de México.
El peñanietismo va a intentar primero controlar el mensaje para neutralizar este estado de ánimo, lo cual desafortunadamente significa un esfuerzo por acotar la libertad de expresión, a través del billetazo, la compra de conciencias, o a través de la propaganda gubernamental que va a brotar y fluir de una manera escandalosa.
“Segundo, el esfuerzo por blindar las elecciones para evitar que el estado de ánimo afecte las intenciones del voto a favor del PRI para el 2015″, expuso.
El académico dijo que esta historia no está terminada porque en el trasfondo está un desencanto social contra la clase política en general. Y recordó que aún falta saber si se realizará o no una consulta popular en 2015.