Mintió el vocero de Seguridad Nacional
Rubén Cortés
El cargo de Vocero de Seguridad Nacional es el principal damnificado en el fracaso del gobierno en encausar al empresario político priista Jorge Hank, primero por delincuencia organizada, luego por acopio de armas y, ya de perdida, por mandar asesinar a una nuera.
Por precipitación, imprevisión, inoportunidad, temeridad, descuido, irresponsabilidad, negligencia, irreflexión y atrevimiento, su titular, Alejandro Poiré, pone en liquidación un puesto clave para el Presidente, pues se trata de su programa central del sexenio.
Lo primero que informó el vocero fue que Hank había sido capturado por el Ejército en flagrancia por posesión ilegal de armas:
“Son aprehendidas unas personas, señalan que existe un domicilio donde había armamento que estaban ocultando, al llegar al lugar referido se localiza el inmueble, se detecta a personas armadas en el exterior del mismo, se introducen al domicilio, se les da persecución y ahí es donde se encuentran más de 80 armas, 40 armas largas, 48 armas cortas, 9 mil cartuchos útiles, 70 cargadores y una granada de gas”.
¡Mentira! Ni tenía idea de qué decía cuando informó oficialmente sobre un caso se sensibles connotaciones políticas, por tratarse de un ex alcalde y aspirante a gobernador del principal partido de oposición, y a un mes de las elecciones del Edomex.
Lo demostró el argumento de la juez Noveno de Distrito en Baja California con residencia en Tijuana, Blanca Evelia Parra Meza, para dejar en libertad ayer a Hank: no hubo flagrancia, ni personas que se introdujeron en el domicilio, ni se les dio persecución… nada de lo que informó Poiré.
Y su imprudencia no afecta sólo a su cargo, sino a la línea de gobierno más importante de su jefe, el Presidente, el que peor parado sale del affaire Hank, que terminó pareciendo una más de sus andanadas diarias contra el “pasado”.
Calderón no puede darse el lujo de que su Vocero de Seguridad Nacional pierda credibilidad frente a la sociedad civil, los partidos o Estados Unidos: imposible que tenga un vocero desacreditado, que públicamente haya quedado demostrado que
miente.
La negligencia de Alejandro Poiré lo deja incapacitado para seguir ejerciendo su cargo porque el vocero del Presidente para el programa estrella de su gobierno y no puede comprometer su prestigio afirmando lo que después se derrumba estrepitosamente.
Ha dejado en duda la esencia de su encargo oficial: difundir con veracidad las acciones del gobierno en materia de seguridad nacional. ¿Cómo volver a creerle? Es simple. Un vocero de materia tan delicada no puede quedarse colgado de la brocha.
De manera que, así como las acusaciones contra Hank se cayeron una tras otra, Poiré también debería caer.
A menos que el Presidente lo quiera mantener, ya sin ninguna credibilidad ni utilidad.
Rubén Cortés
El cargo de Vocero de Seguridad Nacional es el principal damnificado en el fracaso del gobierno en encausar al empresario político priista Jorge Hank, primero por delincuencia organizada, luego por acopio de armas y, ya de perdida, por mandar asesinar a una nuera.
Por precipitación, imprevisión, inoportunidad, temeridad, descuido, irresponsabilidad, negligencia, irreflexión y atrevimiento, su titular, Alejandro Poiré, pone en liquidación un puesto clave para el Presidente, pues se trata de su programa central del sexenio.
Lo primero que informó el vocero fue que Hank había sido capturado por el Ejército en flagrancia por posesión ilegal de armas:
“Son aprehendidas unas personas, señalan que existe un domicilio donde había armamento que estaban ocultando, al llegar al lugar referido se localiza el inmueble, se detecta a personas armadas en el exterior del mismo, se introducen al domicilio, se les da persecución y ahí es donde se encuentran más de 80 armas, 40 armas largas, 48 armas cortas, 9 mil cartuchos útiles, 70 cargadores y una granada de gas”.
¡Mentira! Ni tenía idea de qué decía cuando informó oficialmente sobre un caso se sensibles connotaciones políticas, por tratarse de un ex alcalde y aspirante a gobernador del principal partido de oposición, y a un mes de las elecciones del Edomex.
Lo demostró el argumento de la juez Noveno de Distrito en Baja California con residencia en Tijuana, Blanca Evelia Parra Meza, para dejar en libertad ayer a Hank: no hubo flagrancia, ni personas que se introdujeron en el domicilio, ni se les dio persecución… nada de lo que informó Poiré.
Y su imprudencia no afecta sólo a su cargo, sino a la línea de gobierno más importante de su jefe, el Presidente, el que peor parado sale del affaire Hank, que terminó pareciendo una más de sus andanadas diarias contra el “pasado”.
Calderón no puede darse el lujo de que su Vocero de Seguridad Nacional pierda credibilidad frente a la sociedad civil, los partidos o Estados Unidos: imposible que tenga un vocero desacreditado, que públicamente haya quedado demostrado que
miente.
La negligencia de Alejandro Poiré lo deja incapacitado para seguir ejerciendo su cargo porque el vocero del Presidente para el programa estrella de su gobierno y no puede comprometer su prestigio afirmando lo que después se derrumba estrepitosamente.
Ha dejado en duda la esencia de su encargo oficial: difundir con veracidad las acciones del gobierno en materia de seguridad nacional. ¿Cómo volver a creerle? Es simple. Un vocero de materia tan delicada no puede quedarse colgado de la brocha.
De manera que, así como las acusaciones contra Hank se cayeron una tras otra, Poiré también debería caer.
A menos que el Presidente lo quiera mantener, ya sin ninguna credibilidad ni utilidad.