Es Ciudad Gótica en manos de los criminales, pero sin Batman; es decir, sin esperanza. Así dibuja el influyente diario inglés The Guardian a la ciudad de Tampico, Tamaulipas, en donde los sobrevivientes de una larga guerra que empezó con Felipe Calderón Hinojosa y continúa con Enrique Peña Nieto tratan mantenerse con vida, mientras la economía y la vida en sociedad han tocado fondo.
“Miles de personas vestidas de blanco, portando globos blancos y agitando pañuelos blancos, han estado desfilando por las calles principales de Tampico, México, recientemente. Pero estas personas no son parte de un carnaval local, evento de arte u otra celebración alegre. Han salido a la calle para hacer un llamado desesperado de ayuda”, narra el diario sobre las recientes manifestaciones.
La llamada “ultra-violencia”, agrega, ha convertido a Tampico, “una exuberante ciudad tropical en el Golfo de México con una población de 300,000 y cayendo”, en una pesadilla al estilo de la Ciudad Gótica de Batman. “En el último par de semanas, tiroteos en las calles atestadas en plena luz del día han resultado en 25 muertes. Un camión de gas prendió fuego en la entrada principal a la ciudad.
Una granada fue lanzada en un bar (no explotó); otro bar fue rociado con fuego de ametralladora. Un puesto muy querido que vendía tortas de la barbacoa fue quemado hasta los cimientos. Los incendios alcanzaron una refinería de gas. Fue incendiado un lote de venta de coches nuevos”.
“El aire de Tampico se ha puesto negro durante mucho tiempo a causa del humo de tres grandes refinerías de petróleo y gas en la ciudad, pero en estos días el humo oscuro que se cierne sobre la ciudad da testimonio de la presencia de una guerra de grupos criminales en toda regla. Tampico es una de las ciudades más violentas de México, en uno de sus estados más violentos: Tamaulipas”, dice The Guardian en el texto firmado por Kurt Hollander. El periódico inglés narra cómo la violencia ha hundido el mercado local de bienes raíces.
Los que huyen de la ciudad por lo general no pueden vender sus casas y negocios, por lo que más y más edificios, entre ellos algunos de los más grandes e impresionantes de Tampico, se encuentran abandonados. “Los edificios que podrían sobrevivir fácilmente durante otro siglo son meras cáscaras vacías, con enormes árboles que crecen a través de los tejados y de las ventanas.
Tales niveles de abandono rara vez se ven en el centro de una gran ciudad”. Sin vender, agrega, las propiedades abandonadas de Tampico se caracterizan por los árboles que crecen a través de los techos y ventanas. Kurt Hollander agrega fotografías a su trabajo. “De los que quedan, los manifestantes de blanco literalmente tuvieron que evitar tiroteos y coches en llamas durante sus marchas (la más reciente, el 11 de mayo, con un estimado de 12,000 personas).
Compuestos por gran parte de lo que queda de la clase media de la ciudad, [los manifestantes] hicieron un llamado al gobierno a no abandonarlos a los criminales de la ciudad. (Naturalmente, nadie exige nada de los cárteles mismos y vive para hablar de ello). “Eduardo José Cantú, el organizador de la protesta, le pidió al Congreso del Estado obligar a su Gobernador a dejar de decir Tampico era un ‘Disneyland’ y que las cosas son fabulosas y que todos deben venir a pasar las vacaciones de Pascua aquí”, dice The Guardian. Pero Tampico fue una especie de ”Disneyland” durante varios años, cuenta. Los spring-breakers estadounidenses y mexicanos transformaron los kilómetros y kilómetros de playa de la ciudad en una fiesta de 24 horas.
“Ahora los bares han cerrado casi todos, los restaurantes son difíciles de encontrar, y la playa está vacía la mayor parte del año. El miedo ha enviado a los turistas corriendo a otras playas mexicanas; también ha obligado a miles de lugareños a reubicarse y cientos de empresas locales cierran sus puertas, sobre todo en el centro histórico. La economía local se ha derrumbado”. “La economía informal de la ciudad (las actividades ilegales dirigidas por organizaciones criminales) ha ganado sobre la economía formal, por lo que es muy difícil ganarse la vida legal aquí.
El miedo se ha llevado la alegría de vivir en la ciudad. Los locales se mantienen mutuamente informados acerca de los acontecimientos en Zonas de Riesgo de la ciudad a través de blogs, Twitter y otros medios sociales, parte de una mentalidad de zona de guerra que tiene a los habitantes en constante control de sus teléfonos móviles para ver si es seguro salir”, narra el periodista.
Durante casi cien años, narra The Guardian, el petróleo y el gas enviado a Estados Unidos desde Tampico alimentaron la economía local, pero hoy en día, el tráfico de cocaína, marihuana y metanfetaminas para satisfacer las demandas de los consumidores gringos representa la mayor fuente de ingreso de la ciudad. “Los cárteles controlan todas las principales actividades delictivas en Tampico, desde los clubes de prostitución y salones de baile al tráfico de armas y de drogas, mercancías pirata y la extorsión. Los cárteles controlan los periódicos, avisos de ocasión de los grupos rivales y matan periodistas y editores que les falten el respeto (el estado tiene una de las mayores tasas de homicidio de periodistas en México )”.
“Los carteles también controlan los camiones blindados que llevan dinero en efectivo a los bancos de la ciudad. Obligan a los ejecutivos bancarios a que den información acerca de los clientes, y obligan a los notarios públicos a que firmen por cesiones de propiedades, a punta de pistola. La mayoría de los oficiales de policía locales estaban en la nómina del cártel hasta hace poco tiempo; el ejército desarmó a la policía; sólo agentes de tránsito se pueden ver en las calles de la ciudad en estos días”, cuenta el periodista. “La cosa se puso fea desde 2007, cuando se incautaron casi 12 toneladas de cocaína y los jefes de los carteles en Reyonsa dijeron a los de Tampico que tenían que cubrir las pérdidas. Esto dio inicio una ola de secuestros.
Se llevaron a Fernando Azcárraga, ex Alcalde y primo del dueño del imperio de medios Televisa, en septiembre de 2010. Después de eso, los ciudadanos ricos comenzaron a huir de la ciudad . Y cuando el pueblo se quedó sin ricos, el cártel comenzó a apuntar a los médicos y a otros profesionales de la clase media para secuestrarlos, lo que provocó un mayor éxodo de la clase media de la ciudad”